
Sin abandonar este origen, pero consciente de la limitación de sus esquemas académicos e industriales, inicia sus viajes entre América y Europa, tan geográficos como mentales. Una búsqueda incesante cuyas preguntas y respuestas confluyen en un proyecto donde vida y trabajo desembocan en su particular delta artístico.
Su primera parada fue la inspiradora ciudad de Nueva York en los efervescentes años 70. Sin embargo, tras un periplo de un año a lo largo de Italia -todo cultura, todo arte en capas de tiempo interminables- decide volver a Buenos Aires con la intención de retornar y fijar su residencia permanente en Roma para involucrarse de lleno en su escena artística.